Desde hace meses, HP amagaba con entrar a saco en el mercado de la impresión 3D, y Meg Whitman llegó a prometer que en junio haría un anuncio sensacional, luego postergado a octubre. Ahora que se conoce el plan de escisión de la compañía, se puede suponer que la postergación ha respondido al deseo de dar relieve a HP Inc. nombre que llevará la herencia de la actual división Printing and Personal Systems (PPS). Finalmente, el anuncio se produjo al filo de acabar octubre, y ha sido suficiente para la cotización de los competidores. Subjetivamente, los inversores se han ponen la venda antes que la herida, porque los primeros productos de la tecnología Multi Jet Fusion no estarán disponibles hasta 2016, aunque ciertos clientes los probarán ya el año próximo.
Whitman dijo en marzo que las actuales impresoras 3D son lentas y hacen uso ineficiente de los materiales, antes de subrayar que los HP Labs han resuelto los dos problemas. Por lo visto durante las demos transmitidas ayer desde Nueva York, las futuras impresoras permitirán construir piezas a una velocidad diez veces superior a las técnicas convencionales de fabricación.
Al basarse en una tecnología de desarrollo propio, en la que el centro de la compañía en Sant Cugat ha tenido y tendrá un papel relevante, HP podrá disfrutar de ventajas de coste. Los cabezales pueden operar simultáneamente 10.000 inyectores a la vez, alcanzado una precisión de 5 micras. Esto, obviamente, supone una reducción de tiempo y de coste, que podría transformar los métodos de las industrias del plástico. Los analistas apuntan, sin embargo, que no sería apropiada para trabajar con otros materiales, en particular con aleaciones metálicas, un problema aún por resolver.
Evidentemente, HP ha optado por dar a esta iniciativa una orientación hacia los usos industriales, dejando para más adelante la decisión de penetrar o no en el mercado de consumo. Las ´impresoras` 3D industriales actuales tienen precios que oscilan entre 150.000 y medio millón de dólares, pero en la presentación sólo se dijo que las de HP estarán más cerca del umbral que del rango superior.
Consultado por mail, un consultor de Gartner, Pete Basiliere, me ha dado una lección que no he acabado de digerir: «ya sabrá usted que el mercado de impresión 3D no es nuevo, pero HP ha sabido esperar el momento de entrar en un punto de inflexión y, sobre todo, ha evitado el riesgo de abordarlo por abajo y centrarse en los aficionados al do-it-yourself, un segmento de ´commoditización` extrema, con precios que en muchos casos están por debajo de 500 dólares». Este no es, desde luego, el nicho al que se dirige HP, pero Basiliere no descarta que pueda hacerlo más adelante, si se decantara el número de competidores y una vez despeguen las técnicas plug and print: «no hay por qué desdeñar la importancia del movimiento makers, íntimamente asociado con el software open source»
Dion Weisler, que preside la división PPS y será responsable de montar la futura HP Inc., dijo durante la presentación que «estamos ante una gran oportunidad de participar en la emergencia de la próxima revolución industrial». Al margen del ambicioso propósito, el mercado de impresión 3D tiene aún proporciones modestas, pero los analistas de Morgan Stanley pronostican un ritmo de crecimiento del 34% anual hasta llegar en 2020 a los 20.000 millones de dólares. La mayor parte no será generada por el hardware sino por los servicios y los consumibles, una ecuación que HP conoce al dedillo. En todo caso, habrá que esperar al 2016, y entre medias tendrá que concretarse la laboriosa partición de HP.